Mes: enero 2019

¿Me apasiona lo que estudio?

Quiero haceros llegar a través del blog una reflexión que surge tras participar en seminarios sobre la importancia de las emociones en la educación, preparar el curso de técnicas de estudio y reflexionar sobre mi propio aprendizaje. Éste ha estado muy marcado por aquello que me apasionaba y por lo que me sigue apasionando.

Hay niños que parecen interesarse de manera “natural” en aprender. Saber cosas nuevas les motiva. Pongo entre comillas la palabra natural porque el aprendizaje es innato al ser humano. Aprendemos a caminar, a comunicarnos, imitamos, salvo que exista una dificultad grave que lo impida. Los niños pequeños son curiosos y pasan por etapas en que lo preguntan todo. Hay niños que cuando se les enseñan las primeras letras van preguntando por la calle a sus padres “¿Qué pone aquí?”

Entonces, ¿qué ocurre después? ¿por qué tenemos niños y adolescentes que cuando llegan a ciertos niveles carecen de interés por sus estudios? Tarde o temprano estos niños acaban fracasando en sus estudios y aunque no sea así, continuarlos o terminarlos se convierte en una fuente de sufrimiento.

Los estudios de neurociencia actual muestran la importancia de la emoción en el aprendizaje. Desde hace años se reconoce que recordamos detalles exactos de acontecimientos que nos han supuesto un gran impacto emocional. Un ejemplo es que muchos adultos recordamos qué estábamos haciendo el 11-S del 2001 aunque no recordemos que cenamos hace un par de días.

Cuando volvemos a contextos de aprendizaje sensaciones relacionadas con el amor como la confianza, el optimismo, la dedicación, la paciencia, la responsabilidad, el apoyo, el afán de mejora, la colaboración, el reconocimiento…. se convierten en imprescindibles para la atención, la concentración tan necesarias para el aprendizaje y la asimilación de los contenidos.

Está claro que resulta más sencillo recordar lo que nos apasiona. Esto explica por qué hay niños que se conocen la alineación de varios equipos de fútbol y en cambio no hay manera de que se aprendan las capitales de Europa.

Tanto profesores como padres estamos ante un reto para lograr que el aprendizaje sea atractivo para los niños. De ahí que ahora escuchemos términos como “Aprendizaje por proyectos” o “Gamificación -aprendizaje a través del juego-” o “Flipped Classroon -aula invertida-“ o “Aprendizaje cooperativo”, etc.

Sería clave el apoyo e interés del instituciones y políticos en invertir más en educación y formación del profesorado. No obstante, es de agradecer el interés de tantos y tantos docentes en conseguir la implicación y la motivación de niños, adolescentes y jóvenes en su proceso de aprendizaje. Mi esperanza es que con pequeños triunfos se genere un gran cambio.

 

Propósitos para el nuevo año ¿Cómo cumplirlos?

Acabamos de empezar un nuevo año y muchos de nosotros lo comenzamos marcándonos una serie de propósitos (aprender o mejorar un idioma, hacer ejercicio de forma regular, comenzar una dieta, dejar de fumar, apuntarnos a algún curso…). Pero conforme va avanzando el año, estos buenos propósitos se van diluyendo y, en algún caso, puede aparecer la frustración.

Para que un propósito pueda llegar a buen término es aconsejable aplicar una serie de criterios:

  • Escoger uno o como mucho dos propósitos. Tal como dice el refrán castellano “Quien mucho abarca poco aprieta”. Si nos proponemos demasiadas metas es posible que no alcancemos ninguna.
  • Un propósito al fin y al cabo es un Todo objetivo para poder ser alcanzado ha de ser:
    • Es decir, ha de estar al alcance de nuestras posibilidades. Por ejemplo, podemos plantearnos correr dos veces por semana y progresivamente llegar a correr 5 kilómetros pero no apuntarnos a una maratón en dos meses si llevamos 10 años sin hacer deporte.
    • Cuantificarlo es bueno para mantener la motivación. Si queremos mantener una buena forma física no basta sólo con apuntarse al gimnasio sino fijarnos en ir, por ejemplo, al menos dos veces por semana.
    • Si el objetivo es muy genérico, por ejemplo, mejorar el inglés, es complicado después verificar si lo hemos cumplido o no. Concretar el objetivo, en el caso del inglés obtener el nivel B2, nos marca además el camino para poder alcanzarlo.
  • Ponernos un tiempo para alcanzarlo. Para lo cual hemos de ser realistas para no fijar metas imposibles que nos lleven a la frustración. Si nunca hemos estudiado un idioma no sería realista ponernos el objetivo de hablarlo en un mes pero sí quizás el de tener una conversación mínima en un año.
  • Sea nuestro. Si nuestro propósito es para complacer a una tercera persona será más complicado de llevar a cabo. La motivación para cumplirlo es más fuerte si parte de nosotros que si es externa. Además, podemos frustrarnos si la reacción de los otros no es la que esperamos cuando cumplamos el objetivo.

La motivación para cumplirlo puede venir de nosotros mismos, de motivos internos (como las ganas de aprender) o bien externos. Por tanto, es bueno que nos demos pequeños premios si alcanzamos objetivos parciales (por ejemplo si voy 3 veces al gimnasio a la semana durante 1 mes me compraré la camiseta de deporte que me gusta tanto)

Asimismo no dudemos en pedir ayuda. Si queremos ir habitualmente al gimnasio nos ayudará ir con amigos. Y esto es especialmente importante si nos proponemos dejar una adicción como puede ser el tabaco. Si acudimos a un especialista en adicciones que nos guíe en el proceso, nos será probablemente más sencillo cumplir el objetivo.

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