¿Me apasiona lo que estudio?
Quiero haceros llegar a través del blog una reflexión que surge tras participar en seminarios sobre la importancia de las emociones en la educación, preparar el curso de técnicas de estudio y reflexionar sobre mi propio aprendizaje. Éste ha estado muy marcado por aquello que me apasionaba y por lo que me sigue apasionando.
Hay niños que parecen interesarse de manera “natural” en aprender. Saber cosas nuevas les motiva. Pongo entre comillas la palabra natural porque el aprendizaje es innato al ser humano. Aprendemos a caminar, a comunicarnos, imitamos, salvo que exista una dificultad grave que lo impida. Los niños pequeños son curiosos y pasan por etapas en que lo preguntan todo. Hay niños que cuando se les enseñan las primeras letras van preguntando por la calle a sus padres “¿Qué pone aquí?”
Entonces, ¿qué ocurre después? ¿por qué tenemos niños y adolescentes que cuando llegan a ciertos niveles carecen de interés por sus estudios? Tarde o temprano estos niños acaban fracasando en sus estudios y aunque no sea así, continuarlos o terminarlos se convierte en una fuente de sufrimiento.
Los estudios de neurociencia actual muestran la importancia de la emoción en el aprendizaje. Desde hace años se reconoce que recordamos detalles exactos de acontecimientos que nos han supuesto un gran impacto emocional. Un ejemplo es que muchos adultos recordamos qué estábamos haciendo el 11-S del 2001 aunque no recordemos que cenamos hace un par de días.
Cuando volvemos a contextos de aprendizaje sensaciones relacionadas con el amor como la confianza, el optimismo, la dedicación, la paciencia, la responsabilidad, el apoyo, el afán de mejora, la colaboración, el reconocimiento…. se convierten en imprescindibles para la atención, la concentración tan necesarias para el aprendizaje y la asimilación de los contenidos.
Está claro que resulta más sencillo recordar lo que nos apasiona. Esto explica por qué hay niños que se conocen la alineación de varios equipos de fútbol y en cambio no hay manera de que se aprendan las capitales de Europa.
Tanto profesores como padres estamos ante un reto para lograr que el aprendizaje sea atractivo para los niños. De ahí que ahora escuchemos términos como “Aprendizaje por proyectos” o “Gamificación -aprendizaje a través del juego-” o “Flipped Classroon -aula invertida-“ o “Aprendizaje cooperativo”, etc.
Sería clave el apoyo e interés del instituciones y políticos en invertir más en educación y formación del profesorado. No obstante, es de agradecer el interés de tantos y tantos docentes en conseguir la implicación y la motivación de niños, adolescentes y jóvenes en su proceso de aprendizaje. Mi esperanza es que con pequeños triunfos se genere un gran cambio.
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