Verano y conflictos
Llega el verano, las vacaciones y aumenta el tiempo que estamos en familia, en pareja, con amigos…. Esto también significa hay una mayor posibilidad de tener conflictos al convivir diferentes gustos, puntos de vista, aficiones, opiniones, etc.
¿Qué es el conflicto?
Una definición bastante exacta es esta proporcionada por De Souza Barcelar (2009). “Un conflicto humano es una situación en que dos individuos o dos grupos de individuos con intereses contrapuestos entran en confrontación, oposición o emprenden acciones mutuamente neutralizantes de las del otro individuo o grupo, con el objetivo de dañar, eliminar a la parte rival y lograr la consecución de los objetivos que motivaron dicha confrontación”
Pero, ¿es malo el conflicto?.
Pues no, el conflicto no es de por sí ni bueno ni malo, es inherente a la convivencia en sociedad que tenemos los seres humanos. Y no sólo en sociedad, a veces entramos en conflicto con nosotros mismos cuando se enfrentan diferentes posibilidades de actuación.
Entonces, ¿por qué nos asusta la palabra conflicto?
Porque muchas veces ello comporta un enfrentamiento y desgraciadamente, muy a menudo con nuestros seres queridos. Así enfados de pareja, con la familia, discusiones con nuestros hijos, etc. pueden acabar con resultados desagradables (rupturas, separaciones) fruto de la siguiente escalada del conflicto:
- Incomodidad. Sentimos que algo no está funcionando bien a nuestro alrededor
- Insatisfacción. Alguna de las partes o las dos sentimos que estamos a disgusto ante el cambio y se protesta
- Incidentes. Se producen discusiones y malestar
- Malos entendidos. Fruto de la falta de comunicación y empatía se acaba distorsionando la realidad. Esto no ayuda porque el prejuicio enturbia la relación con el otro
- Tensión. Cada vez se producen más actitudes negativas y se busca cualquier pretexto para ratificar nuestra postura.
- Estalla el conflicto. Cada uno sólo atiende sus propios intereses. Comienza la escalada de insultos que pasan a la violencia y a una lucha abierta.
Pero quizás las consecuencias no serían tan desagradables si pudiéramos enfrentarnos al conflicto desde otro punto de vista.
Aprendamos de los conflictos
Los conflictos pueden ser para todos una oportunidad. Una oportunidad para entender los puntos de vista de otras personas, para empatizar con ellos, para conseguir un “ganar-ganar” en lugar de un “perder-perder” o un “ganar-perder” donde alguien o todos salimos perjudicados
Pero, ¿podemos ganar ambas partes?. La concepción de que ambas partes pueden salir beneficiadas de un conflicto comenzó a tomar forma en los años setenta. Y, ¿qué quiere decir esto? Esto significa que del diálogo, la escucha y el intercambio de opiniones ambas partes pueden encontrar intereses comunes y hallar alternativas que sean beneficiosas para los dos.
Por ejemplo, un miembro de una pareja quiere ir a la playa y descansar y el otro es más activo y realizar visitas. Quizás ambos puedan encontrar un lugar que les permita alternar periodos de descanso y actividad que sean acordes a ambos. Uno puede querer descansar pero admitiría hacerlo por las tardes y dedicar las mañanas a alguna actividad y el otro descansar algo por las tardes.
Ante un conflicto es importante
- Anticiparnos y mantener la calma usando por ejemplo técnicas de relajación.
- Afrontarlos ya que huir de ellos no los hace desaparecer sino que los retrasa complicando muchas veces su resolución
- Expresar claramente nuestras necesidades sin pedir al otro que adivine lo que queremos
- Ser empáticos, ponernos en el lugar del otro
- Estar abiertos a las propuestas y buscar si en ellas hay algo que nos pueda beneficiar o agradar
- Priorizar lo importante y estar dispuestos a ceder para poder ganar
- Proponer alternativas que lleven a que ambas partes ganen
- Definir claramente los límites que cada uno ha de respetar
En caso de dificultades graves se puede recurrir a la figura del mediador que cada vez es más conocida como alternativas a la resolución judicial de los conflictos.
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